martes, 16 de noviembre de 2010

Confunde y Venderás

 El juego de la confusión con términos pseudocientíficos vacios, de significado oculto o utilidad cuestionable.

El antiguo lema “divide y vencerás” hace tiempo que quedó obsoleto en la generalizada guerra entre marcas en la economía de libre mercado. Y es que nadie escapa a esta guerra, la del consumo por encima de las necesidades humanas sin parar ni un momento y sin cuestionar nada. 
            En medio de este territorio apache entre multinacionales, empresas abanderadas como nacionales y marcas de baratillo, que vendrían a ser como los “maquis” de este conflicto, se ha extendido entre otras armas de aturdimiento masivo, el truco de reinventar el producto cada pocos meses. Excepto algunos productos intocables como la Coca Cola -que viene a ser como el Lucky Strike de Vietnam-, la mayor parte de la oferta del supermercado busca un hueco en la vida diaria del consumidor. Entre estos productos, lo que no es nuevo, rápidamente deja de tener suficiente tirón comercial y muere en trincheras de frío e inanición. La inventiva necesaria para mantener la novedad de cientos de productos de varias marcas en competición es, por obligación, insuficiente. Una de las soluciones más efectivas desde hace décadas, y que provoca un embotamiento sin igual, es el uso de verborrea pseudocientífica incomprensible.
 
            La clave está en desinformar sobre el producto. Cualquier  artículo del carro de la compra proclama anexa una información comparable a un trabajo de ingeniería genética. El usuario no entiende nada pero se acostumbra de tal modo a estas novedades esperpénticas que rechaza sin piedad la leche que sólo es entera o el desinfectante que sólo es lejía.
 
            Un modo de ilustrar nuestra derrota frente a esta eficaz arma aturdidora es darse un paseo por la alacena, el frigorífico, los estantes del cuarto de baño, la mesita de noche o el tocador, y constatar toda la información de los consumibles que pueblan nuestros hogares que nos resulta incompresible, o cuyos beneficios en ese producto es realmente un misterio.
 
Mi derrota casera particular bajo un divertido “ojo de Sherlock”, la escenifican las galletas con oleosan, el detergente con microesferas de oxígeno activo, la leche rica en calcio sin calcio añadido y con omega-3, el fijador  de pelo con provitamina B5 y fitros ultravioleta, el desodorante con minerales y sin triclosán, la pasta de dientes con bradosol, las toallas de manos con vitamina E, la crema hidratante con minerales marinos y coenzima Q10 y la mantequilla con lecitina de soja y ácido fólico.
  Pablo Chain Modificado el ( lunes, 14 de mayo de 2007 )

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